El Templo

El Templo

Me acerque al templo con cierta ansiedad.  Había tardado tres días muy duros subiendo hasta lo alto de la cima donde se encontraba.  Dejaba tras de mí el hambre, la desdicha, la perdida, mi mundo, lo dejaba todo atrás.  Cuando no podíamos soportar más la vida subíamos al templo para no volver.  El monje me dijo que todo acabaría aquí y que cuando pasase por su umbral me esperaría una vida nueva, sin tanto pesar.  Antes de franquear su entrada intente vislumbrar que contenía la estancia a la que iba a acceder.  Todo era oscuridad, mutismo.  No dude.  Entre en esa tiniebla y de pronto me vi de nuevo saliendo por la entrada.  Me sentía mareado.  Me esperaba una multitud al bajar tambaleante las escaleras.
—¿Estoy en el nuevo mundo, se acaba la pena aquí? pregunte.
Se me acerco un viejo y posando su mano sobre mi joven hombro me miro tristemente.
—Da igual cuantas veces cruces el umbral.  El mundo es el mismo, la miseria y el dolor no cambian.

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